Ansias de victoria
Un par de años me bastaron para entenderlo, la crisis emocional de no conocer triunfo alguno de mi selección, generaba en mí un evidente conformismo, no logramos nada, seis mundiales y siete copas Américas pasaron desde que nací y en los que no pude ver el pitazo de un árbitro que marcara la alegría de un País; de aquel País rico en todo pero pobre en mucho, de aquel Perú que grita ansias de gloria y que necesita de una victoria hace mucho.
Ni “el chorri”, con sus chorri golazos, ni el “cabezón Reynoso”, con una buena gambeta, ni si quiera la esperanza de un joven Pizarro, con sangre de marinero y un orgullo de Grau Seminario, ni el ímpetu de un Maestro Solano con corazón de hierro, bastaron para sumergirnos de nuevo en el umbral de la gloria; y es que el mundial del setenta viene a la memoria, no por un recuerdo, sino por un video que me mostró mi abuelo recordando aquellos tiempos. Ya no forma parte de nuestra alineación, un Cubillas o Chumpitaz, no forma parte ya un cachito Ramírez o un cholo Sotil, pero sabemos todos que la piel en el campo esta noche quedará impregnada, no es un partido cualquiera, ni tampoco el ultimo que tengamos, esta noche es una guerra en la que 30 millones de peruanos entramos al campo; no vale sucumbir a la aspereza, ni tampoco volver a llorar por una gloria fallida, simplemente hay que entrar a ese santuario verde con franjas blancas y dos arcos a por fin tratar de cicatrizar nuestras heridas.
Un par de años me bastaron para entenderlo, no tenemos talla a nivel internacional, ni tampoco una liga de prestigio, mucho menos respeto de aquellos equipos que antes nos temían, pero poseemos más que eso, somos un cepa de hombres fieles, que no les importa el fracaso, si es que de eso volvemos a encontrar ilusión, que no tememos ira en nuestro corazón afligido, si volvemos a ver una derrota, tenemos fe en nuestra selección y no dudamos ni un segundo en volver a alentar a la franja roja, saltando y gritando por devoción.
Hoy somos muchos y no tenemos como siempre la ventaja a nuestro favor, pero solo necesitamos, de la actitud en cada jugada, del nerviosismo bañado de fortaleza en cada pelotazo, esta noche no debe ser titulada como aquella noche en que perdimos todo, esta noche debe ser el inicio de un nuevo comienzo, que muestre un nombre con ungüento de oro, matices de victoria y verdades de esperanza; hoy tenemos que ser capaces de vencer a la historia, vencerla con un buen Advíncula y su poderoso bloqueo, con un Farfán a un ochenta por ciento, con la perseverancia de un Guerrero fiel que sigue vigente, con la capitanía de un Pizarro que vive en la agonía de su último campeonato, con varias gambetas magistrales por parte de un trujillano cueva y con todo un Perú gritando y alentando por un triunfo de su selección.
Vamos Perú, que sean un par de años más los que utilicemos como momentos gratos para recordar esta noche, y que cuando el pitazo del arbitro suene, la alegría y el regocijo de verte en lo más alto, vuelva a nuestro semblante.